1 Déjame que te cuente

VERSIÓN NARRATIVA DEL PROYECTO EDUCATIVO NACIONAL: HISTORIAS PARA PERSUADIR

setiembre 21, 2006

Aquí no se pierde a nadie


Foto cortesía Aprendes

Recuerdo que mi colega, el profesor López pidió a Hortensia y a sus padres regresar al colegio en la tarde para hablar sobre la actitud de la muchacha en su curso. Un día antes Hortensia me dijo que le daba un poco de temor asistir, porque la verdad, dice ella, es que descuidó las tareas y los trabajos grupales por las discusiones de sus padres por el desalojo de la casa y por andar también de paseo con su amiga Yesica.

Buenas tardes, pasen, tomen asiento, dijo el maestro, joven, de treinta años, quien ordenaba algunos libros en su escritorio y dejaba de hacer notas en un cuadernito con una lista de nombres.

-Los he citado porque quiero que estén presentes en esta conversación que tendré con Hortensia. Bueno, he estado revisando tus evaluaciones, no sólo las de mi curso...

-Profe –interrumpió Hortensia- he desatendido mis estudios porque a pesar del esfuerzo que Ud. realiza porque todos en el salón aprendamos, yo he estado distraída, saliendo con mis amigas, yendo después del colegio al trabajo de mi hermana a dejarle su almuerzo, cuidando a mi hermanita cuando mi mamá se queda más tiempo en el trabajo...

- Entiendo, pero por eso tenemos que conversar. Mira, ¿recuerdas cómo logramos que Mantilla no repitiera el año pasado? ¿Y Rodríguez? Sé que salir adelante es difícil, sobre todo por los problemas que me cuentas. Pero no es conveniente que sigas faltando tantos días a clase, que no concluyas las tareas, que no te reúnas con tu grupo de trabajo.
López hablaba con tranquilidad y Hortensia asentía varias veces. Estaba corta de palabras. Los padres escuchaban.

-Hace quince años- añadió el docente- cuando tal vez tus padres recién culminaban la secundaria, no existían las oportunidades que tienes ahora. Si algún alumno estaba a punto de repetir nadie lo ayudaba, repetía nomás. Era su problema. Ahora sabes que los niños entran a las aulas de educación inicial desde los cuatro años de edad, no importa donde vivan, si en la sierra o en la frontera, que chicas jóvenes como tú puedan terminar la secundaria en la edad en que les corresponde, sin atrasos innecesarios. Hortensia sólo tienes que acudir a las clases de recuperación, que son gratuitas. O si quieres te unes al grupo de estudio que funciona en la casa de tu compañero Sánchez, todos los miércoles...

Después de escuchar la conversación, los padres de Hortensia destacaron la labor del docente, pero sobre todo porque la escuela no iba a dejar que su joven hija repitiera el año. Hortensia estaba nuevamente ilusionada.

setiembre 20, 2006

La escuela de la que nadie quería irse


Foto cortesía Foro Educativo

Felipe se demoraba tanto a la hora de salida que su papá ya estaba aburrido de la espera.

- Ay, papá, pero tú sabes por qué necesito quedarme más rato en el colegio. Quisiera que me recojas un poco más tarde, para poder terminar con mis compañeros de grupo los trabajos del día y dejar listo todo para las actividades de mañana. Nadie quiere irse. ¿Puedes creer que Toño Linares ya no llega tarde? ¿O que Rosangela ahora es más habladora… y hasta canta? El mismo director se queda dos horas más todos los días y se interesa por las labores que estamos haciendo.

-Dios mío, no puedo creer que ni hambre tengas. Yo salía del colegio co-rriendo directo a la olla... -No, pues, recuerda que el desayuno que dan acá, en el cole, es “poderoso”...

- Sí, pues, hijo, cuánto batallamos para que tú y tus compañeros pue-dan tener un colegio público tan bueno como éste. Antes aprendían así sólo los que podían pagar un colegio privado. Cuando yo era chico, en el salón de clases se escuchaba una sola voz y siempre la misma: la del profesor dictando, mientras nosotros en silencio escribíamos y memorizábamos cada frase para el examen. Tu abuelo me matriculó en un colegio que quedaba muy lejos de la casa, porque en el barrio donde vivíamos las escuelas ni agua tenían, los baños eran una cochinada, faltaban carpetas, hasta nos sentábamos de a tres, nada que ver con lo que me cuentas ahora. Además, todo lo que tú estás aprendiendo ahora es mucho más interesante que lo que aprendí yo, sabes más de nuestra comunidad, de nuestra región, de lo que pasa en otros lugares del Perú. Los profesores ni siquiera eran evaluados...

- ¿Por qué era así antes, papá?

- Porque antes la educación importaba muy poco, hijo, no eran muchos los que tenían confianza en que podía cambiar y ser diferente, se invertía muy poco dinero en ella y encima se administraba muy mal. Ahora hay más presupuesto, ¡eso quién lo iba a pensar!, era un sueño. Los que sí tuvimos fe trabajamos duro para que nuestros hijos tengan la educación a la que tienen derecho.

Felipe y el Proyecto Educativo Nacional

setiembre 19, 2006

El orgullo de ser maestro


Foto Cortesía Aprendes

Cuando Santiago decidió estudiar Educación y convertirse en docente, como su madre, sabía que esta profesión había cambiado. Y no se equivocó. Siete años más tarde, no sólo es padre de familia, sino que también es el héroe de los 25 niños que tiene a su cargo, en el mismo colegio nacional donde él hizo sus estudios primarios.

Santiago ahora se siente seguro y respaldado, pues su sueldo le alcanza no sólo para los gastos de la canasta básica, sino para adquirir libros a muy bajo costo, aparte de los que encuentra en la biblioteca pedagógica del colegio donde trabaja, para el mantenimiento de la computadora que el Estado le entregó cuando obtuvo su primer trabajo.

Santiago, además, asiste con tranquilidad a los continuos cursos que el Ministerio de Educación ofrece gratuitamente, pero también es parte de los equipos docentes que los mismos directores incentivan como métodos de capacitación. En estos momentos, Santiago se prepara para ser evaluado, cosa que ocurre cada dos años. Pero no todo es color de rosa. Recibe los ataques en su mismo colegio de los profesores que se resisten a la evaluación. “Amarillo”, le dicen los maestros agremiados, que quieren que todo re-troceda quince años, ya que según ellos, estas pruebas sólo quieren li-quidar a la profesión.

Santiago también pertenece a un gremio, que siempre está a la expectativa por garantizar los derechos de los maestros pero también para brindar buenos aprendizajes a decenas de alumnos. Si sale bien de esta prueba, podrá ascender en su carrera y ganar más, pero también saber cuáles son sus deficiencias y entrar en un programa especial de formación para superarlas.

Cuando Santiago eligió ser docente, la educación peruana ya había empezado el gran cambio. Atrás quedaban las huelgas, la falta de voluntad política para aplicar las evaluaciones y los bajos sueldos. Desde el primer año supo que la medida de su éxito sería la simpatía y la confianza de sus estudiantes: que lo fueran a buscar, no importa si después de clase, para pedirle apoyo o consejo. Sabía, además, que recibiría siempre una buena remuneración sólo si hacía bien su trabajo, pero que él sería el primer interesado en demostrar lo bien preparado que estaba para educar. Santiago es profesor y sólo por eso goza de prestigio y respeto en toda la comunidad.

Santiago y el Proyecto Educativo Nacional

setiembre 18, 2006

Todo es más limpio ahora


Foto Cortesía Tarea
No es para menos, pero el director Otto había tenido menos trabajo que en años anteriores. Y esto no significa que sea un ocioso, sino todo lo contrario, los problemas disminuyeron poco a poco y la labor de vigilancia crece con el apoyo de los padres.

En uno de sus discursos de rigor, Otto decía con orgullo que además de haber realizado una serie de mejoras en la infraestructura de nuestro plantel, por tercer año consecutivo ningún alumno repetiría este año. “También hemos mejorado el puntaje obtenido en la última evaluación nacional, algo que sólo ha sido posible con la cooperación de cada uno de ustedes y con la perseverancia de los maestros”, aseguraba.

Sí, pues, antes del cambio en la educación peruana, los mayores lo recordarán, y sobre todo nosotros los padres y madres de familia, el desinterés de los funcionarios de educación por la suerte de este colegio era invencible, no atendían nuestras solicitudes, hacían cobros ilegales por apurar los trámites, venían a supervisar, no para ver qué nos hacía falta ni para ofrecernos ayuda, sino para chantajearnos por cualquier pequeño defecto o error que pudieran encontrar. Cuando el presidente de la APAFA va a hacer alguna denuncia lo reciben en la oficina local con amabilidad y resuelven rápido los problemas, pero antes había que pagar para que muevan los expedientes. Cuando una directora anterior hizo su negocio particular alquilando el 2º piso del colegio a una academia, sin que nadie viera los ingresos, recibieron la denuncia de la APAFA y al día siguiente hicieron la inspección. ¡Eso qué iba a pasar antes! Incluso con la corrupción denunciaban a los mismos miembros de la APAFA, era increíble. Pero ahora, en menos de una semana el caso pasó a la fiscalía y esa señora ha sido separada de sus funciones.

Hace pocos días el Gobierno Regional aprobó destinar un porcentaje fijo del canon a educación, a pesar de que el Congreso ha ampliado el presupuesto del sector desde hace tres años y a nuestra región le asignan ahora lo que en verdad necesita para invertir más en las escuelas más pobres. En el colegio se hizo una fiesta cívica, sobre todo para incentivar a los chicos el optimismo por mejorar la educación. La participación de los padres de familia ha sido muy importante para llegar hasta aquí.

En el comité de aula de segundo grado, en la cual soy secretaria, se formaron grupos de trabajo para aprender a controlar bien la manera en que se gastan los recursos de nuestro presupuesto, siempre en función al proyecto del colegio elaborado y acordado por todos, pues siempre no faltan aquellos que se quieren hacer los vivos y gastarse la plata del salón. Nosotros como padres y madres llegamos a compartir decisiones con los directivos y docentes en temas importantes de la vida de la escuela. Estamos juntos en esta larga batalla por manejar nuestro propio presupuesto y por recibir los recursos que verdaderamente necesitamos.

Otto y el Proyecto Educativo Nacional

setiembre 17, 2006

Ya no se estudia para patear latas

Foto cortesía IPP

Cuando elegí estudiar mecánica de producción, no me sentía en desventaja frente a mis compañeros del colegio, quienes habían ingresado a la universidad. Si Juan Carlos iba a convertirse en un ingeniero de minas, Alberto en un biólogo, yo sería un experto en máquinas de siderurgia y metalmecánica de mi propia empresa.

Desde que se emprendió el cambio de la educación superior en el Perú, aprender en una universidad o en un instituto, para estudiar carreras técnicas o profesionales, se hace de manera integral, con rigor académico, donde los egresados salen para aplicar lo aprendido en innovaciones sobre los recursos que provee nuestra región. En esa época, apenas tenía 16 años y ya tenía claro que el campo de la industria y de las fábricas, sector golpeado por la crisis de décadas anteriores, se había revitalizado con las exportaciones y con la agilidad del mercado interno. El puente que había tendido la secundaria hacia la educación superior era de hecho transitable, y eran pocos, o casi ninguno, los amigos que perdían años al reprobar los exámenes de admisión.

Antes de acabar quinto de secundaria, los profesores ya nos habían orientado sobre las carreras que necesita Tumbes y es así como me ayudaron a vincular mi talento y mi vocación con lo que podía aportar como profesional. Ahora no sólo se trata de estudiar, egresar, salir a trabajar y nada más, sino de dar aportes a tu región. Por ejemplo, en mi pequeña empresa de tornos, ideamos nuevas herramientas para ser usadas en las conservadoras de pescado que exportan a Asia, e inclusive ya hemos patentados algunas, pues empresas extranjeras las compran y las usan en sus industrias. Claro que me costó, sobre todo implementarla, ya que inclusive los trámites de patente ahora son más ágiles.

Por su parte, mi amigo Alberto, que es biólogo, especialista en ecología y biodiversidad, me envía correos electrónicos desde Puerto Maldonado, donde me cuenta que cada vez se generan más conocimientos de las plantas ya descubiertas. Años atrás, la investigación de estas plantas se quedaba estancada por falta de recursos. En el pasado quedó la inseguridad del desempleo, de estudiar tres o cinco años cualquier cosa para después patear latas igual. Al principio será difícil, sobre todo cuando quieres constituir tu propia empresa, pero con fe se sale adelante. Ahora creemos que nos educamos ante la expectativa de un futuro prometedor y alcanzable.


Las latas y el Proyecto Educativo Nacional

setiembre 16, 2006

Le parecía extraño verlos leyendo


Foto cortesía Tarea

Hace quince años que Eduardo no regresaba a su pueblo en Cuajone, ubicado en la región Moquegua. Cuando llegó a su casa no sólo se dio cuenta de qué considerable manera habían cambiado las fachadas de las viviendas, la plaza de armas y el municipio. El cambio no sólo se daba en la arquitectura o en el diseño de las calles. Había otras cosas que llamaban más su atención y que se hacían evidentes con sólo mirar el transcurrir del lugar.

Su padre le había contado por teléfono que la municipalidad siempre convoca a todos los vecinos para participar en asambleas comunales y para acompañar la labor del gobierno local, sobre todo en sus iniciativas relacionadas a la educación. Y ahora a su retorno comprobaba que todos llegaban puntuales y que las puertas del municipio estaban abiertas de par en par.

Le parecía increíble que Felipe, el menor de sus hermanos, quien ya acabó la secundaria, no haya tenido que irse como él a estudiar a Lima, pues una empresa gasífera le dio una beca para aprender a instalar el gas de Camisea en las viviendas, lo que no sólo le dará empleo, sino que podrá permanecer en su localidad y seguir especializándose con otros cursos de especialización técnica que ofrecen otros gremios empresariales. Eduardo visitó la alcaldía. Cómo el alcalde no lo iba a recordar, si se trataba de Alberto, su profesor de Historia, quien no sólo lo felicitó por su retorno, sino que le ofreció un puesto de trabajo en su jurisdicción. No iba a permitir que “un hijo de su tierra” con talento se fuera a dar lo suyo a otra región.

En su desconcierto, a Eduardo le parecía extraño que pese a la hora, diez de la mañana, los niños estuvieran jugando y leyendo en la biblioteca, ubicada en el lado izquierdo de la plaza, donde antes quedaba una pequeña oficina de correo. La situación le parecía rara, ya que antaño los menores de edad, estando o no en vacaciones, acompañaban a sus madres o hermanos a llevar el fiambre a los hombres y mujeres que trabajan en los cultivos. Todos en el pueblo estaban contentos con el programa de promoción de lectura del municipio, que se renueva con regularidad gracias al respaldo de empresas locales y de los medios de comunicación, quienes siempre hacen campañas para recolectar más libros. Ahora le constaba que había mejores oportunidades para estudiar.

Su padre había aprendido a leer, gracias a un programa promovido por la minera, que ejecuta obras en un cerro cerca de la comunidad. No sólo el anciano lo hacía bien, sino que se había interesado por la lectura de cuentos, relatos que luego narraba a la luz de las lámparas a sus nietos de dos años, antes de cenar. Eduardo, al escuchar la radio de la comunidad, oyó que el alcalde tenía un espacio, donde difundía notas de interés para la población, sobre salud, turismo, educación. Pero todos en su familia, ya al menos habían escuchado en algún canal, radio o leído en diarios, lo bien que le iba a la comunidad, sintiéndose satisfechos de la transformación que lograron como ciudadanos gracias al cambio de la educación.

Eduardo y el Proyecto Educativo Nacional